miércoles, 27 de enero de 2016

La vida del poder

Cuando Grok mató a Krok, el miedo le regaló una corona, y el amor de este, se la entregó a su hijo.
La envidia fabricó más en otros lugares y el anhelo de poseerla, se valió del asesinato y la traición para obtenerla.
Un ciclo que acabó cuando el sentimiento de injusticia nubló las mentes más sabias. Se agruparon y repartieron la corona entre todos, pero solo ellos podían tocarla.
Conocedores de los motivos que provocaron el fracaso de los anteriores dueños, ofrecieron la esperanza de que todos eran dueños de ella, aunque no la tocaran.
Cuando el engaño empezó a desaparecer, crearon un largo camino, tortuoso y con muchas condiciones, para aquel que desease sujetarla entre sus manos.
Unos pocos, conscientes de la gran mentira que rodeaba a la corona, emprendieron el difícil viaje hacia ella, con la promesa de que una vez en sus manos, la repartiría entre todos de verdad.
Según avanzaba su travesía, el viajero que tan convencido había partido, iba desapareciendo lentamente.
Cuando sujetó entre sus manos la codiciada corona, ya no quedaba nada de él y su promesa.

Tenía que gratificar a aquellos que le ayudaron en su difícil empresa, escucharía a aquellos que confiaron en él, pero solo él la portaría, pues solo él había llegado hasta ella.

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